Fantasmas creativos

Cuando quiero activar la creatividad me viene bien hacer una lista de las cosas que más me gustan y empezar a tirar de los hilos invisibles que salen para ver a dónde me llevan. Después ya meto la fotografía, la escritura, el collage o lo que me dé la gana para empezar a bajar a tierra lo que sea que me esté pasando por la cabeza.

Este está siendo un verano de introspección, de naturaleza, de castillos y, sobre todo, de fantasmas. A mí los fantasmas siempre me han gustado, desde que era pequeña; cuando pienso en ellos o cuando alguien me cuenta una buena historia de espíritus me entra una emoción máxima mezclada con un miedo aterrador y es una sensación extrañamente placentera.

Así que para hacer este post, tiro de los fantasmas, de los que me han estado rodeando últimamente, de los que me persiguen desde hace años, de los que aparecen un ratito y nunca más se dejan ver y de aquellos que deciden que mi salón en un buen sitio para vivir. Señoras nonagenarias que flotan en mi casa porque se encariñan de mis gatos y les gusta mi cepillo de dientes eléctrico, por favor, márchense a Escocia, que allí la temperatura es mejor y tienen multitud de muertitos vivientes que les harán buena compañía.